“Llegué a Casa Verde en silla de ruedas, con esclerosis múltiple. Hoy pude bailar en el cumpleaños de 15 de mi hija y escalé una montaña en un viaje que me regaló mi amiga del alma. Cuando llegué a la cima pensé ‘¡Llegué!’. Gracias Buni por haber sido parte de mi lucha”.
GIMENA, 53 AÑOS, CASO DE ESCLEROSIS MÚLTIPLE.

 

“El tratamiento amplió el nivel de conciencia sobre mí misma, de una forma que trasciende lo racional y pragmático; que es la base segura en donde suelo maniobrar con relativa comodidad. Siento que abre mi alma y me muestra con naturalidad las luces y sombras que la habitan. Yo llegué a su consulta con dolencias manifiestas del cuerpo, y con mucha cabeza puesta en mis procesos; el tratamiento trajo mi corazón al frente. Hoy puedo leer mi devenir sin dramatismo, y puedo recibir amorosamente lo que me brinda el universo a través de su generosa y comprometida intersección. Gracias”.
SOFÍA 47 AÑOS.

 

“Leo fue una búsqueda de cuatro años. A través de la medicina floral MBU es que lo tenemos acá hoy. Felices, es un niño divino súper sano y feliz. Nosotros agradecidos a todos”.
GRACIELA, 37 AÑOS, CASO DE INFERTILIDAD.

 

“‘Nunca estaría con un ingeniero’. ‘Si tengo una hija, no le pienso poner Eva’. Eran de las pocas cosas que tenía claras en la vida. ‘A mí me gusta Eva’, me dijo Gastón… el ingeniero. Acabábamos de salir de la eco en la que supimos que era nena. A mí me gustaba Sofía. Intenté persuadirlo. “Me gusta Eva”, me contestó. Estaba decretado. “¿La nena es tuya?”, me preguntó el médico. Eva, que tenía 2 años, me había acompañado ese día a una ecografía de rutina para descartar “cualquier cosita” después de que no quedaba embarazada del segundo. “Sí”, le contesté, sin entender a qué venía la pregunta. “¿El embarazo fue asistido?”, preguntó con los ojos clavados en la pantalla. “No”, le contesté, mientras una gota helada me recorría el pecho. “Milagro la nena. Vos no podés tener hijos. Vas a tener que ver a tu médico.” Nada me preparó para lo que venía: “No puedo hacer nada por vos. Vas a tener que ver a un especialista”, me dijo quién me había atendido hasta ese día. “¿Por qué viniste sola? Esto es un tema de a dos. Tu marido sabe que realmente estás aquí? Porque a veces los maridos ni saben que las mujeres se quieren embarazar”. Lloré de rabia. Lloré por mí y por todas las que pasaban por eso. Yo al menos tenía una hija. ¿Como se sentiría la que aún no tenía ninguno ante esa frialdad? Decidí no rendirme, pero también decidí que la cosa no iba por ahí. Me fui a la Casa Verde, donde el doctor Bernardo Ferrando me dio unas horas. “Vos tomate esto y en un par de meses hablamos”. Volví cuatro meses después a contarle que esperaba un varón. “¿Como se va a llamar?” Me preguntó. “Antonio. Mi hija Eva le decía ‘Fuerza’. Primero le decía ‘Toro’, luego empezó a decirle ‘Fuerza’ y no quería escuchar otro nombre, hasta que ayer dijo: ‘Está bien, que se llame Antonio.’ ‘Qué curioso…’, dijo Buni. ‘Hay un triángulo entre Sofía, el Cerro San Antonio y el Cerro del Toro y de ahí vienen las flores que tomaste. Tu hija ya conoce a Antonio’. Deja de planificar. No controlas nada, nunca digas nunca. ¡Menos mal que me enamoré del ingeniero!”.
EMILIA, 40 AÑOS, CASO DE INFERTILIDAD.

 

“Tengo dos hijos. Desde que quedé embarazada, concurro con Buni que me da flores. Mis hijos se llevan un año. Las flores me ayudaron a poder tener dos hijos casi mellizos trabajando muchas horas. Se enfermaban muchísimo, otitis muy fuerte con fiebre y mucho dolor. Comencé a darle los globulitos, y las flores. Es un proceso continuo que nunca lo dejé. Venía cada dos o tres meses y esas otitis fueron mejorando lentamente: primero eran todos los meses, y eso fue bajando en intensidad y frecuencia. Después las otitis eran sin fiebre. Yo les realizaba los estudios correspondientes y siempre la doctora me decía que había que ponerle los tubitos pero que iba mejorando. Hasta que llegó un momento que mejoró del todo, los estudios dieron excelentes y un día Buni me dijo que lo ideal sería que practicaran fútbol. Yo pensé: ‘¡Una locura!’, pero bueno, así fue que comenzaron. Hoy en día mis hijos son profesionales en el deporte, están muy felices. Uno de ellos está jugando en primera, tiene 18, comenzó a los 17, y ya está seleccionado para jugar en el mundial sub 20. Va primero con Fénix. Así que Buni muchas gracias por todo lo que me diste en este tiempo. El día que quedé embarazada quedó grabado en mi memoria. Hernán tenia 6 meses y yo quedé embarazada de mi segundo hijo. Vine y le dije a Buni: ‘¡¿Cómo voy a hacer?! Trabajo 10 horas al día’, y él me dijo: ‘Si Dios te lo mandó, vas a poder encontrar las estrategias para lograrlo’ . Y acá estoy, con dos hijos maravillosos”.
GABRIELA, 51 AÑOS, CASO DE OTITIS

 

“Querido Buni, para manifestarte que desde que comencé contigo con todo el tratamiento de las hierbas y flores y dieta, pasé de un pronóstico de cáncer de vejiga a una tomografía que dió que el tumor estaba localizado debidamente estirpado. Después proseguí viniendo con todo el procedimiento tuyo: pase una citocopia corporatoria que se practicó ayer, y que confirmó absolutamente lo de la tomografía, que la vejiga la tengo absolutamente limpia, en perfectas condiciones clínicas como para empezar las inmunoterapia. La voy a comenzar en mayo, con un pronóstico absolutamente alentador, que me va a dar de uno a dos años para revertir absolutamente la enfermedad que coincidió con toda mi recuperación desde que te vi. Desde que te conocí, aparte de por supuesto todos los procedimientos que hice con las hierbas y flores y dieta, del estimulo que siempre me diste y la seguridad que me transmitiste. Por lo tanto este mensaje va no como un mensaje formal, sino como un mensaje de corazón de toda una familia que te agradece. Me siento en perfectas condiciones en todo sentido y dispuesto a seguir contigo para paralelamente continuar con todo el procedimiento de inmunoterapia pero ya sabiendo que el pronóstico mío se revirtió absolutamente y se tornó absolutamente favorable. Esto confirma todo lo que me dijeron de vos y de tu medicina. Convencido de que este procedimiento hay que seguirlo mas allá de la medicina tradicional con mucha fe y mucha seguridad en una recuperación. Te vuelvo a decir, este mensaje parte del corazón. Quiero compartirlo porque es una verdad absoluta”.
EDUARDO, 60 AÑOS, CÁNCER DE VEJIGA

 

“Me dirijo a todos ustedes para contarles que comencé con el tratamiento floral porque estaba con problemas de vértigos, parecía que todo se me venía encima. En realidad no sabía exactamente expresar lo que sentía: dolores de estómago, muchos nervios, parecía que me iba a dar contra todo. Después de muchos meses de tratamiento me siento mucho mejor, desaparecieron esos síntomas y me siento equilibrada. Se fue la sensación de que me iba a suceder algo, de que iba a chocarme contra algo, o de que algo se me venía encima. Ya eso calmó. Les cuento que vine también por mi esposo, que comenzó con unas manchas rojas en la piel, que después se fueron agravando, se caía la piel con picazón. Se rascaba y lastimaba. Los síntomas iban en aumento. Hasta que decidió ir al médico, quien le indicó una serie de inyectables y le dijo que si no mejoraba se hiciera una biopsia. Al no mejorar, se hizo la biopsia y su diagnóstico fue de ricenplano. Con el diagnóstico médico, me prepararon al fórmula Paranic. Les puedo decir que fue fabulosa la evolución que tuvo. Hoy en día no tiene absolutamente nada, está perfecto. Tenía hasta adentro de la boca, le había dado hasta en la cabeza. Hoy estamos realmente felices porque lo vemos bien, lo vemos que esta con la piel impecable. Hemos sido bien estrictos con el tratamiento, no lo hemos abandonado ninguno de los dos. Estamos muy agradecidos con el doctor y su grupo, y todos los que vienen a Colonia Nicolich, que son maravillosos. Cuando yo vine aquí, vine con problemas de duelo no superados, donde me había faltado mi mamá y yo no lo había podido superar todavía. Soñaba mucho con ella, vivía muy triste y eso también lo trabajé mucho con las flores, y logré sentirme en paz sabiendo que ella está bien y yo también. Con respecto a mi esposo, tenía una relación con su madre donde estaba muy pendiente, se busca muchas enfermedades, es hipocondríaca, constantemente llamándole la atención, y él se ponía muy nervioso. Eso también lo trabajamos con las flores. Hoy en día tienen una relación pero sin dependencia, con cierta distancia. Están ambos mas tranquilos. Las flores nos han servido para trabajar estos temas también y estamos sumamente agradecidos”.
KARINA, 55 AÑOS, VÉRTIGOS.

 

“Buni, yo te quería contar de este amigo que hace tres meses fue a consulta contigo. Desde que está tomando el té que le mandaste y las gotas, le hicieron hace unos días un estudio y ya casi no tiene cirrosis. Se siente muy bien, hasta inclusive le planteó de tomar una copa de alcohol con la cena. Va a volver a verte ahora en junio. En el hospital que se atiende en Nueva York están asombrados y no pueden creer que ya no tiene prácticamente signos de la enfermedad desde que vino a consultarte”.
FEDERICO, 58 AÑOS, CIRROSIS.

 

“Yo lo que siento es que la diferencia entre la terapia floral y la terapia psicológica es que en la terapia psicológica uno tiene herramientas intelectuales y trata de entender con la mente algo que todavía está a nivel del cuerpo de uno, en la energía y las emociones de uno. Los pensamientos de uno todavía no están ahí. Uno intenta en teoría llegar hasta ahí, tiene la teoría, tiene el rumbo pero el camino lo tiene que hacer intelectualmente. Y yo siento que con las flores es diferente. Yo siento la flor, siento la energía de la flor, la flor me muestra el camino a través de algo vivencial. No lo estoy generando intelectualmente, sino que me sorprende, me impacta con algo. Una forma de ver, de pensar, de sentir y a través de eso, es como un diálogo, yo lo voy interpretando, voy viendo y voy entendiendo y se va entramando una conciencia. Es un proceso de toma de conciencia. Esta nuestro ser, nuestra personalidad, nuestro Yo dormido y de alguna manera lo que hace la flor es activar la energía vital, la energía psíquica y desarrolla nuestra capacidad de meta observación, de mirarnos a nosotros mismos, entender nuestros pensamientos, sentimientos y lo que nos pasa”.
JUSTINA, 38 AÑOS

 

“Sofi nació acompañada de «Parto feliz» de Casa Verde y tres pases Zen para favorecer la dilatación. ¡Fue verdaderamente un parto feliz! En el CASMU en sala de nacimiento, parto vertical con una ginecóloga genia, respetuosa del nacer natural. ¡Y por supuesto acompañados y asistidos todos por seres de luz!”
PAULINA, 32 AÑOS, PARTO FELIZ